viernes, 6 de julio de 2018

Rusia 2018: el Mundial ahora es una eurocopa


Uruguay se vio impotente ante una selección francesa que se consolida como favorita, mientras que a los brasileños su falta de puntería y la mala suerte contra Bélgica los sacó del torneo.
Neymar llora la eliminación de su selección al caer 1-2 ante Bélgica, en cuartos de final de Rusia 2018. Foto tomada de www.fifa.com
El fútbol sudamericano está en crisis. El último campeón que tuvo fue aquel ‘dream team’ de Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y compañía que alzó la copa en el Mundial del 2002. Desde entonces han sido cuatro mundiales en blanco para el continente.

Es cierto que los mejores clubes del mundo pertenecen a las ligas de España, Inglaterra, Alemania e Italia, y están conformados por jugadores sudamericanos;  también  es cierto que dichos jugadores los reclutan cada vez más jóvenes los clubes europeos; también lo es que esos mismo jugadores llegan extenuados a jugar con sus respectivas selecciones, y en muchas ocasiones los clubes donde militan ni siquiera los prestan para partidos internacionales.

Sin embargo, es evidente que en los últimos 15 años viene pasando algo que trasciende las situaciones en el terreno de juego, y no se trata simplemente de "una maldición", término que algunos usan para no admitir un problema que ya es estructural. Falta de planeación desde las confederaciones, métodos de entrenamiento y tácticas desactualizadas, traspasos que prevalecen sobre lo deportivo, jugadores infravalorados por la prensa, descuido en selecciones juveniles, indisciplina, mentalidad, folclor y muchas cosas más son las que se deben replantear en el fútbol sudamericano.

Prueba de ello es que los cinco representantes de Sudamérica ya empacaron maletas. La primera en despedirse fue Perú, luego de quedar eliminada en primera fase con la dignidad de una selección humilde y muy táctica que regresaba a un Mundial después de 36 años. Los siguientes en partir, con más pena que gloria, fueron Argentina y Colombia (en octavos cuando empieza realmente el Mundial), dejando ‘el alma’ en la cancha, pero poco de fútbol.

En los cuartos de final la esperanza suramericana recaía sobre los hombros de dos campeones del mundo: Uruguay y Brasil. Los charrúas tenían en frente a la poderosa selección francesa de Mbappe, Griezman, Kante y compañía que venía de derrotar 4-3 a la Argentina de Messi y diez más.

El primer tiempo fue intenso. Los de Tabarez defendían a muerte el 0-0, con claras intenciones de estirar el partido al periodo suplementario. Francia monopolizó el balón como se esperaba, y aunque no generaba opciones claras de gol, la amenaza era latente. Hasta el minuto 40´cuando Griezmann cobró con astucia un tiro libre indirecto desde un costado. Varane se anticipó a Stuani y de cabeza mandó la pelota al fondo de la red.
Diego Godín recoge el balón tras el gol del defensa francés Raphael Varane al minuto 40. Foto tomada de www.fifa.com
Por primera vez en el torneo, Uruguay comenzaba perdiendo y se vio forzada a cambiar la estrategia; ya no era útil entregarle la pelota al rival y atrincherarse en su propio campo. Heridos en su orgullo, de inmediato se volcaron sobre su rival y estuvieron a punto de empatar, con una jugada también de bola quieta, pero la fortuna no estuvo de su lado.

Y entonces, estando por debajo en el marcador, aparecieron todas las falencias de un equipo uruguayo acostumbrado a defender pero no a tomar la iniciativa. Incapaces de generar juego en el mediocampo, los uruguayos intentaban inútilmente llevar peligro al arco de Lloris, pero el balón nunca le llegó a Luis Suárez.

Para completar la mala tarde charrúa, al minuto 61, Griezmann hizo un tiro de larga distancia, aparentemente inofensivo, que se escapó entre los guantes de Muslera como un pescado vivo. Con dos goles por debajo, Uruguay no se pudo levantar más.


A segunda hora Brasil enfrentó a Bélgica en el Kazán Arena, estadio que se ha convertido en cementerio de favoritos: Alemania y Argentina también perecieron allí.  

El Mundial de fútbol es un torneo de alta competencia que no respeta camisetas, no respeta títulos. Un equipo tiene una mala tarde y se va. Eso fue precisamente lo que le sucedió a Brasil este viernes;  lanzó toda su artillería desde el primer minuto pero la suerte siempre le dio la espalda.

Tan solo iban 13 minutos de iniciado el encuentro cuando Fernandinho, tras un tiró esquina, metió un autogol. Primera llegada de Bélgica, primer gol. Minutos antes los suramericanos tuvieron una jugada similar pero el balón se estrelló en el palo.

Luego fue la misma escena que se repitió durante 90 minutos. Brasil con la iniciativa, llegando por las bandas, aplicando presión, intentando desequilibrar con William, Neymar, Coutinho y Gabriel Jesús, pero sin contundencia. Por su parte Bélgica montó una muralla en su defensa que en ocasiones lograba reunir hasta siete jugadores en su propia área, y mantener una amenaza latente con su tridente Hazard, Lukaku y De Bruyne. Este último marcó el segundo tanto en un contragolpe fulminante. Y la cuesta se hizo más empinada para los pentacampeones que a pesar de las adversidades sometieron a su rival y terminaron convirtiendo en figura a Courtois.

Al minuto 76´ llegó el descuento de Brasil con un cabezazo imparable de Renato Augusto que tres minutos antes había ingresado por Paulinho. Daba la sensación que el empate era inminente. Los suramericanos seguían llegando con peligro al arco rival pero la bola no entraba. Incluso, en el epílogo del partido, Cortouis sacó un remate de Neymar que iba directo hacia un ángulo. Los pentacameones quedaban eliminados en cuartos de final, tal como ocurrió en Sudáfrica 2010.  


Sudamérica se quedó sin representantes en Rusia 2018. Por cuarta ocasión consecutiva, el campeón será un país europeo (Italia en  2006, España en 2010, Alemania en 2014), lo que pondrá la rivalidad en títulos 9-12 a favor del viejo continente. Mientras tanto, el fútbol sudamericano sigue recordando con nostalgia la época en que las selecciones de Uruguay, Brasil y Argentina ganaban títulos y metían miedo.

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