lunes, 28 de octubre de 2019

Ascensor


Compartir el ascensor con desconocidos es una de las situaciones más incómodas que te puede suceder. Los ademanes calculados, miradas esquivas, ojos en el celular, el tiempo congelado. La incomodidad es directamente proporcional a la altura del piso al que vayas. Un piso veinte es un eterno viaje hacia el infierno. A menos que se suba alguien que te guste mucho. En ese caso, te sientes como en una montaña rusa. Un placer filoso como una daga. Entonces te miras al espejo y sientes el peso de tus cuarenta años, eres un anacronismo vivo, tan atávico como un dinosaurio.

Microrrelato publicado en el libro "Taller de Escritura Móntame una Escena nº6" de Literautas. 

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