lunes, 7 de noviembre de 2016

Metallica volvió para extender los límites del thrash metal en Bogotá

Los cuatro jinetes de California eligieron a la capital colombiana para estrenar su nuevo tema Atlas, Rise!, de su álbum Hardwired...To Self-Destruct, con el que intentan recuperar un lugar en lo más alto del género, después de años de subterfugios.






La gris y lluviosa tarde del primero de noviembre de 2016 se evaporó por completo con los electrizantes riffs de Hit the ligths. El primer tema del legendario Kill´em all (1983) fue el elegido por el cuarteto californiano para encender las casi 30 mil almas que se congregaron en el Hipódromo de los Andes para ser testigos del regreso del hijo prodigo del thrash metal. 

Con la contundencia de un trueno, Metallica hizo que en segundos los asistentes olvidaran horas de espera y de tedio, que alcanzaron límites insoportables cuando Victimized —banda telonera— subió a la tarima y empezó a expulsar temas, mezcla de thrash y hardcore de torpe ejecución, que lo único que consiguieron fue unir a los asistentes de las tres localidades en un mismo bostezo, un mismo chiflido, un mismo esquivo aplauso cuando bajaron del escenario.

Al sonar las campanas de For whom the bell tolls del Ride The Ligthtning (1984), también de la primera y más thrashera etapa de la banda, el Hipódromo empezó a temblar. Quienes compraron boleta en las localidades Hardwired o Battery, y ocupaban la arena donde normalmente galopan los caballos, desbocados, no pararon de saltar y corear las letras de la canción homónima a la novela de Hemingway. Vistos desde las graderías, eran una misma manada que se zarandeaba con cada descarga.

Algunos de los asistentes habían viajado cientos de kilómetros, provenientes de otras regiones del país para ver a Metallica, una vez más. Muchos estuvieron aquella mítica noche de mayo de 1999 cuando vino por primera vez a Colombia y sacudió a casi 80 mil metaleros en el Parque Simón Bolívar, y ahora, emocionados, dejaban caer una que otra lágrima al escuchar de nuevo temas como One, Battery o Fade to Black. Otros, incluidos los más jóvenes, venían a ver a la banda por primera vez y eran los más emocionados al escuchar éxitos —de la etapa noventera— del calibre de King Nothing del Load (1996) y Sad but true (1991) 

I'm your dream, make you real
I'm your eyes when you must steal
I'm your pain when you can't feel
Sad but true... coreaban, ahora sí a todo pulmón, generaciones de 'rockers' que crecieron con Dragon Ball, Mario Bros y Pokemón.

Despachadas las cinco primeras canciones con la velocidad de un relámpago, James Hetfield se dirigió al público para anunciar el debut de su nuevo tema Atlas, Rise! "¿Están listos para Hardwired...To Self-Destruct?" (el nuevo álbum tras una sequía de ocho años), preguntó. "Primero para la familia de Bogotá, Colombia”, aseguró, y enseguida la canción se escuchó por primera vez en la gira mundial MetOnTour.

Fue entonces cuando la batería de Lars Urlich se empezó a escuchar con más potencia y claridad, al igual que las guitarras de Kirk Hammett y de James Hetfield, y también el bajo del mexicano Roberto Trujilllo, quien hace recordar al difunto Cliff Burton, por tocar las cuatro cuerdas con sus propios dedos. Era como si dentro del libreto para esta noche estuviera escrito que el sonido tendría más decibeles a partir de este punto. Y así fue.

Atlas, Rise! —más cercano al Heavy Metal que al Thrash—sintetiza el nuevo sonido de la banda: guitarras melódicas y contundentes, respaldadas por una batería estridente, cuyo redoblar se convirtió en el sello del sonido de la banda para la segunda década del milenio. Lo único que no mejoró a partir de ese punto, fue la voz de un Hetfield que en el segundo coro de la canción pagó el precio de cantar a 2.600 metros de altura.




Tras el debut de Atlas, Rise! apareció la primer ‘balada’ de la noche: The Memory Remains del Reload (1997), que sorpresivamente emocionó a un público que a esta altura ya vivía el concierto desde las pantallas de sus celulares. 

Fortune, fame / Mirror vain / Gone insane / Dance, little tin goddess
nanananana nananana nananana nananana coreaban miles de jovenes, al mejor estilo de los feligreses de una iglesia evangélica, mientras agitaban los brazos en un movimiento pendular de derecha a izquierda.

Con Moth into flame —otro tema del nuevo Hardwired—los decibeles se volvieron a disparar, y los riff y los solos de guitarra evocaron a la mejor época de los ochenta, aún a  pesar de unos coros propios del rock comercial de los noventa que en todo caso llegó al corazón de los asistentes:

Sold your soul
Built a higher wall
Yesterday
Now you’re thrown away
(…) coreaban de memoria como si fuera el más antiguo de los temas de Metallica.

Las luces en el Hipódromo se apagaron por completo para dar paso al momento más esperado de la noche: superclásicos como One, Master of puppets, Battery o Seek and destroy sonaron acompañados de juegos de luces en 3D, que llevaron al frenesí a cientos de metaleros "vieja guardia" que hoy siguen a Metallica precisamente por esa primera etapa que para los thrasheros más radicales terminó en el And justice for all (1988), y para otros, en 1991 con el Álbum Negro. La discusión podría tomar días.

Al final, el público llegó al clímax con el cover Whiskey in the jar y la balada Nothing else matters, donde nuevamente aparecieron luces de colores para disimular una puesta en escena austera. 

Enter sadman y unos breves juegos pirotécnicos cerraron la cuarta visita de Metallica a Bogotá, en la que parece no ser su última presentación en Colombia, pues con un “nos volveremos a ver”, Hetfield se despidió del público bogotano.

Y a pesar de que manadas de metaleros “vieja guardia” se quedaron esperando temas tan potentes como Whiplash y Metal militia, abandonaron el hipódromo satisfechos, porque hoy nadie duda que los cuatro jinetes del thrash recuperaron algo del ‘punch’ de sus primeros álbumes. Metallica hoy suena tan potente, rápida y metalera, como en sus primeros años.



Hit the Lights
For Whom the Bell Tolls
King Nothing
Sad But True
Wherever I May Roam
Atlas, Rise!
The Memory Remains
Moth Into Flame
Harvester of Sorrow
One
Master of Puppets
Battery
Fade to Black
Seek and Destroy
Hardwired
Whiskey in the Jar
Nothing Else Matters
Enter Sandman


                                                                       
Por: Camilo Pérez García
Twitter: @Tecnorot

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