Foto tomada de www.fifa.com |
Daba
la impresión que el Mundial se estuviera disputando en cualquier país de Suramérica
y no en la distante Rusia. Las tribunas colmadas de colombianos creaban la falsa
ilusión de que la Selección estaba en casa, especialmente cuando el himno nacional retumbó en las graderías del Mordovia Arena de la ciudad Saransk.
En
la cancha la historia fue otra. A los 3 minutos el volante de marca Carlos Sánchez
fue expulsado por parar con la mano un balón que iba hacia la portería de
Ospina, después de que Davinson perdiera un mano a mano que desencadenó la
arremetida del equipo japonés en el área colombiana. Penal que Kagawa transformó en gol para Japón. A
partir de ese momento comenzó un nuevo partido.
Con
un jugador menos en la cancha Colombia tuvo que modificar su estrategia. Aislado,
Cuadrado lo intentaba por la banda derecha con más corazón que técnica. El
Tigre peleaba todas las bolas en el frente de ataque e intentaba marcarle los
pases a Quintero. El volante de River Plate asumió el reto de reemplazar a
James y no le faltó carácter para comandar el mediocampo.
A
los 30 minutos del primer tiempo Japón parecía no darse cuenta que tenía un
hombre más en la cancha. Pékerman reaccionó temprano y cambió a Cuadrado por
Barrios. El equipo tuvo más orden y más agresividad, pero incapaz de generar
peligro real a la portería de Kawashima. Apenas dos centros cruzados que el
Tigre Falcao alcanzó a rasguñar con la punta del botín. Sin embargo, a los 39
minutos él solo fabricó una falta al borde del área. Y ahí apareció Quintero, quien al mejor estilo de Ronaldinho cobró un tiro libre rasante que se coló por
debajo de la barrera y el guardameta japonés no pudo detener. Colombia se
llevaba un valioso empate al término del primer tiempo.
En
el papel era el partido más fácil y según los analistas deportivos nacionales eran
tres puntos obligatorios para Colombia porque Japón era el más débil del grupo
H. En la memoria de todos solamente estaba el 4-1 que Colombia le propinó hace
cuatro años en el Mundial de Brasil. Pero los jugadores colombianos estaban muy
lejos de casa y para la segunda mitad los 27 grados centígrados y la humedad empezaron
hacer mella tanto en el desempeño del equipo como en la lucidez del técnico.
Colombia
intentó defender el empate refugiándose en defensa y hacer daño con salidas
rápidas en contraataque. Nunca pudo pasar la mitad de la cancha y los japoneses
ganaron confianza. Se adueñaron del balón y asfixiaron a los jugadores
nacionales cada vez que éstos transportaban la pelota. No parecía que tuvieran
uno más, parecían 22 nipones multiplicándose por todo el campo. Y como un huracán
se volcaron sobre el área colombiana. De no ser por su mala puntería y de las
intervenciones milagrosas de Ospina el desastre hubiera sido mayor. A
los 59 minutos, el esfuerzo de tener parecía resurgir la esperanza con el ingreso de James por Quintero, pero el crack del Bayern de Munich no pesó. Baca por Izquierdo a los 70’tampoco.
Tres
minutos más tarde llegó el segundo gol japonés en un tiro de esquina. Santiago
Arias descuidó su marca y Osako de cabeza la mandó a dormir al fondo de la red ante la impotencia de Ospina. Nocaut. Colombia no se pudo volver a levantar.
Falcao siguió luchando arriba en medio de una soledad cruel. No hubo quien
le llevara el balón.
La
única clara para Colombia llegó en el epílogo del partido, cuando Lerma sorprendió a todos con un
taquito dejando a James frente a la portería, pero una pierna japonesa mandó el remate
del diez a las graderías y de paso las ilusiones de un país que creía tener a
la selección favorita del grupo pero termina la primera fecha en cuidados
intensivos y está obligada a sumar 6 puntos ante Polonia y Senegal si quiere
continuar participando de la copa organizada por la FIFA en territorio ruso.
@Tecnorot
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